domingo, 27 de mayo de 2012

Poesía del olvido: La mirada cóncava de las fosas

En las cóncavas miradas de los muertos se refugiaba un proyectil cobarde, salido de la noche de cristales rotos. Desde el fondo de la fosa mal trazada, se agolpaban esas miradas cruzándose en caminos, formando una red tenebrosa que gritaba.
Y la mirada opaca interrogaba a los vivos, y la memoria se encontraba jugando al ajedrez con el olvido. Y la partida resultaba difícil. Y los cuervos flechiyugados jugaban con la muerte como niños con pistolas. Pero ellos ponían como piezas las cabezas de padres, hermanos e hijos de mujeres gigantes de la España raptada.
Entonces el terror ganó la partida que se deshacía en viscosos simbolismos... y había desfiles de esqueletos marciales marchando al son de himnos triunfales. Pero sus coronas de laurel se habían colmado de cucarachas pútridas por la infamia. Y el ejército de mudos corderos doblegados balaban proclamando al líder.
Y el líder era un Golem que tenía sus pies de barro, y en su cabeza se mecían vómitos de espantapájaros.
Vi que la luna palidecía cada noche, cuando el ruido espantoso de disparos rasgaba el silencio inmaculado de los grillos.Y las tapias y cunetas se llenaban de sangre tricolor que dibujaba senderos de gloria y libertad. Pero la madre lloraba...la esposa lloraba,...el hijo lloraba...y el cielo lloraba...
Y los cuervos flechiyugados reían como hienas patéticas en la noche desértica de la Historia...
Y luego una losa sepultó la memoria....y el olvido se adueño de las mentes... y de la poesía, y de la Historia..
Así sucedió que los hijos del Golem enterraban las entrañas de la Historia, y los neonatos vivían sin saber que hubo un tiempo en que la Luz se apagó con el manto negro del oscurantismo de Thánatos.
Pero los nuevos nacidos llevaban semillas del recuerdo y un día descubrieron que la Luz no había desaparecido, sólo estaba oculta.... y empezó la aurora de la memoria.

Caesar
Mayo 212

miércoles, 23 de mayo de 2012

Poesía del olvido: los lingotes de oro y el Cristo de barro



La lluvia cae como lingotes de oro en las pertenencias del guardián del capital.
Dibuja una sonrisa macabra en los límites de los caudales que rebosan de las faltriqueras exiguas de los desheredados.
Un niño come un mendrugo de pan corrupto en la puerta de una chabola mientras un crucifijo de barro se ilumina con resplandores de nácar.
Y la madre busca respuestas entre las canastas de ropa usada que ha logrado reunir en su guarida.
Pero los señores del almidón y la corbata no saben que hay chabolas, ni niños, ni madres, sólo están pendientes de la prima de riesgo y del íbex para todo ......
Sube también la bruma del río hasta las oficinas contaminadas por papeles de la Bolsa...  y aunque hay octubres negros para los señores del traje, ninguno se despeña por las líneas enhiestas de los rascacielos.
Prefieren arrojar a los hijos de los nadies para que vuelen por el vacío del empobrecimiento.
Pegados a escorias del asfalto y a mercedes metalizados, los burócratas empingüinados recorren los bulevares del trampantojo neobarroco. Letreros luminosos parpadean con los neones ultravioletas, anunciando el baile neoliberal al son de compases orquestados por el Mercado.
Y el niño, cansado de esperar a que los amaneceres vengan claros, se desploma inerte, al tiempo que el Cristo de barro se parte en pedazos de tristeza e impotencia.

domingo, 13 de mayo de 2012

Poesía del olvido: El Tiempo de la noche inmaculada

Y vienes tú, con tu manto azul lleno de estrellas, inmaculada señora de la noche,
mientras una camarera de barra americana piensa en las turbulentas madrugadas...
Sopla el viento de poniente y rezuma voluntades
asqueando las puertas del estío.
Bajan coches por la nubes sobre autopistas de algodón.
Veo retorcerse a los girasoles, que me miran asombrados con ojos gratinados,
y despiertan soledades mudas.
Colmados de titanes, los tejados de las casas se convierten en un museo de identidades caducas.
Y los transeúntes arrojan miradas furtivas pensando en la materia, en la forma, en cromatismos inconexos.
Un anciano barbado y longevo ha puesto su mano sobre un reloj de arena. El Tiempo no se detiene, impasible ante los mortales. 
Y yo sigo esperando... a que el anochecer se transforme en aurora.
 

lunes, 7 de mayo de 2012

Poesía del olvido: Talía y los estibadores

Cargando con costales de resentimiento se agolpaban los estibadores en el puerto... y con sombras cenicientas en su rostro, tragaban sapos del señor que les contrata.
Arruinan las perlas de la avenida que brillaron en tiempos pasados, cuando las caracolas habían tejido una sinfonía de móviles sordos.
Pero el tiempo ya no estaba allí, había huido por las rendijas de la indiferencia. Y escuchaban los sonidos de cargueros y buques que sonaban a desprecio y a viscosidad. Y una náusea se adueñaba de las bocas de los hombres curtidos al son del látigo del mercado.
El Sol de York calentaba lenguas abrasadas por la tragedia, mientras unos niños avivaban hogueras con abanicos de mariposas esqueléticas.
Pero la brisa del mar traía también voces de sirenas escuálidas que mostraban su rostro más funesto a marineros recios y varoniles.
Caía una lluvia torrencial formando una cortina espesa y opaca; y miré hacia el fondo y vi un escenario flanqueado por telones oscuros.... y allí un actor se recreaba con un personaje tan histriónico que su voz salía púrpura y dorada e inundaba las gradas de sonámbulos espectadores.
Y Talía sonreía desde el pedestal etéreo del Parnaso, donde las máscaras alientan creativas tragedias para los mortales.. y sus hermanas las musas se encontraban calladas....
Pero los estibadores seguían allí cargando sus costales al son de tambores fúnebres.

César Pacheco
Mayo 2012