lunes, 24 de diciembre de 2012

EL ATISBO DE UNA LUZ DE NAVIDAD

En un rincón perdido de esa tierra intermedia entre el oriente y occidente, la Palabra, el Logos, el Verbo se hizo real a los ojos de los hombres y mujeres de la historia. Se hizo partícipe de su condición humana, para reforzar con ello la condición divina que todos tenemos. En ese momento, no conscientes de lo que eso significaba, el mundo seguía su curso para dar normalidad a un hecho que habría de marcarse en la línea del tiempo. La voluntad expresada en Amor se impregnó con la dulce armonía de la realidad caótica. Y en las vertientes más oscuras del alma apareció una luz que dejaba iluminada las cavernas de la desesperación y la incertidumbre.
Y Dios quiso reconocer que en la aparente necesidad que siente el ser humano de afirmarse a sí mismo como hombre o mujer, encontraría la misma esencia divina y trascendente que no sólo interactúa con las cosas de este mundo tangible, sino también con las más grandes creaciones inaprehensibles de esta vida: la Belleza, la Armonía, La Paz que nace de la Justicia y que provoca el equilibrio, La Verdad que subyace a todo y que todos intuimos, y el Amor, fuerza infinita y poderosa que rompe horizontes y crea nuevos mundos.
Sí, hoy pienso que la Navidad tiene más sentido, porque liberada de artificios y trampantojos se descubre bella y auténtica… es el camino que nos invita a la reconciliación periódica con nuestro fondo divino. Y ese camino, precisamos de confluir con los caminos de las demás criaturas, humanos o no, en busca de una sintonía que da completo sentido a nuestra existencia.
HOY HE VISTO UNA LUZ QUE ALUMBRA LA ESPERANZA…

A todos los amores que conmigo van…

Navidad, 2012

miércoles, 19 de diciembre de 2012

POESIA DEL OLVIDO: LIBÉLULAS VOCÍFERAS

En el hilo púrpura de la melancolía se ha posado una libélula; arrastra siglos de tristeza en sus alas transparentes de cielos esmeraldas. La mirada gris de un náufrago del sistema se recrea con ella porque los córvidos cubiertos de letras del tesoro le observan desde un castillo enrocado. Y una suave brisa baja al valle de las experiencias y en él encuentro ensoñaciones de todos los tipos, discursos de todas clases, argumentos de toda índole, para justificar, ahondar, comprometer, demostrar que cada uno de esos eminentes vocíferos han encontrado la Verdad y la defiende a dentelladas. Como perros sangrientos, canes cerberos que aúllan su incólume verdad, seguros, aposentados en pedestales de confianza, experimentación y soberbias disfrazadas con trajes de elocuencia, esos hijos del valle anunciaban amaneceres sin luz, noches sin estrellas, vientos sin aire, lluvias sin aguas....
Con todo, el náufrago de mi persona se reconfortaba con sus discursos, porque aprendía a mirar en lo ajeno, lo mucho que le falta a lo propio, y reconociendo las razones de los vocíferos oradores se alegraba en el deleite del que no tiene asentados absolutos...del que no sienta cátedra con opiniones formadas...del que no encumbra pareceres ni los colma de broncíneos barnices para que resulten inamovibles. Sabios y doctos reclamaban desde lo alto de una torre sus puestos de invariables nortes de los mortales que vivían en la ignorancia y la necedad.
Pero entre necios, sabios, ignorantes, caciques, filósofos y voceadores discurren las aguas del Tajo....