jueves, 13 de junio de 2013

Poesía del olvido: Pompeya

Cubierto por cenizas casposas y decadentes se mantenía el Pompeya, un antro de delicias en jardines caducos; un ramillete de rosas entre el estiércol soñoliento de aquella España de charanga y pandereta que se abría a la puntera noticia que venía de Perpiñán. Aquellas féminas que auspiciaban tiempos de gloria y triunfo en un Olimpo verdinegro, bajo la mirada atenta de los señores oscuros de gafas negras de pasta... encorbatados tecnócratas del régimen que  gastaban su fortuna en viajes a islas maravillosas donde la pulcritud les cegaba para no ver la propia mierda que tenían en su solar patrio. Los adalides de la canción recreaban mediocridades a la sombra de un cuervo mientras la farola de la Puerta del Sol apenas tenía ánimos para seguir luciendo, quizá asustada por los gritos que en un sótano cercano emitían las víctimas de los uniformados grises. La sombra del Gigante decaía, y en sus postreros estertores se alimentaba de la carne de utópicos donceles.
Pero el espectáculo se estaba preparando; Leo Carmona ultimaba los pasos de un baile de muerte, coreográfica mueca de burla con la Parca, mientras las doncellas del escenario, aquellas pompeyanas incólumes se reían como hienas en el pozo de la desesperación, el mendrugo de su casa, la brillantina, el mantel de hule, las medias repuntadas de su alma, la historia del pasado pendenciero que se difuminaba con la sonrisa dulce e ingenua de Almudena Cortés. Chicas de revista consumidas por el polvo secular de la laca y el alcanfor, neftalina para conservar intactos sentimientos de otras eras...La Trini, la Azucena, la Mai,... espectros maquillados con afeites de fellinianas composiciones, buscan en la mirada cómplice del público una tregua a su desdicha, un consuelo a su existencia de muñecas de barro manirrotas...Un viejo artista, Beni Plaza, apuntala con su arte lo que queda del templo de Talía en ese mausoleo de los horrores...
No se espera que mejore el capitán de este velero fantasma que es el Pompeya; curtido en mil batallas con el polvo blanco, se erigía en caudillo del rumor barriobajero madrileño. Aquiles Nervión, héroe griego entre sus congéneres, nacido de la unión de la Muerte con la Ironía. Su rictus mostraba una tela picassiana de lateralidad mordiente, trágico rostro para una víctima de los dioses, que cómodamente en sus sillones divinos jugaban con el pobre mortal...Aquiles, tu talón es tu ambición y los pecados capitales te acompañan de por vida, como las pulgas a un perro callejero. Sólo a la Elo le causa la ternura de la Madre, la ternura de la Eva arrepentida...de ver a su Cid derrotado entre tanta batalla cotidiana...
Pompeya, tu sólo nombre nos evoca el esplendor caduco del tiempo, el inexorable barniz con que las cenizas de la iniquidad, la envidia, el odio y la ambición cubren nuestros cuerpos insepultos... Pompeya ya está aquí...es una metáfora de la vida. Disfruten...