miércoles, 9 de enero de 2019

RELATOS DEL RINCÓN HOMÉRICO 8: EL EXTRAÑO SER

Bajaba por la cuesta empinada de la vieja villa aquel personaje irreal. Cada mañana lo veía descender con su aire de suficiencia retrógrada. No recordaba haber visto nunca a un ser tan extraño, lleno de imposibles realidades colgando de sus ancestrales cabellos. Y pensaba Benedicto que no era la expresión de su mirada lo que le hacía emanar un halo de bizarra expectación, sino el simple hecho de trasladarse a la misma hora cada día por el mismo sitio, aunando el tiempo con el espacio. Había juntado en una misma ecuación irresponsable las más extraordinarias facultades que un ser similar puede conjugar: una indumentaria atemporal con un color de vida lleno de esperanzas descaradamente positivas. Plantaba cara así a las buenas gentes que en el transcurso de su descendente paseo se enfilaban para observarlo cada día, con religiosa afectación. Saludaba con alegre gesto de júbilo prohibitivo. Jamás en la ciudad caduca nadie se había atrevido a plantar cara a la nube grisácea de la cotidianidad  de forma tan espontánea e incisiva.
Era de complexión almenada con un cráneo lleno de imaginación, dos brazos como dos sesiones de física cuántica, y largas piernas como caminos serpenteantes en montaña. Su animoso saludo convertía a los vecinos de Villa Vieja en espectadores de una función de tragicómico devenir. Tan sólo un personaje en escena pero con tanta enjundia y trasfondo dramático, que las gentes buenas acostumbradas a aburridos dramones anquilosados y herméticos, disfrutaban con las ocurrencias del que ya consideraban como prohombre de la irreal diversión. Una entelequia asumida por la dirección de la ciudad como mal menor. De un cómico comediante se podía esperar cualquier cosa, pero de un extraño ser con ademán de seria rectitud jamás hubieran imaginado que armaría tal revuelo.
Y el caso fue que un día, al representar su acto teatral, el personaje que interpretaba se salió del circuito de las cuatro paredes y atravesó la realidad cotidiana sembrando confusión entre las mentes más anodinas. Y así empezó el caos en aquel orden de la ciudad cansada y vieja...y el extraño ser se convirtió en un mito de difusos contornos del que todo el mundo hablaba y muy pocos había visto u oido de primera mano.