Estudio pormenorizado sobre los espacios funerarios de Talavera a través de su historia
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https://drive.google.com/file/d/1TeLp1tF7kF9JwMEio5CgNZQk0OhkQDVJ/view?usp=sharing
Estudio pormenorizado sobre los espacios funerarios de Talavera a través de su historia
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La reforma del Prado de Talavera: las grandes obras y el desatino
recurrente
Que en todas las épocas ha habido
transformaciones urbanas que han supuesto un shock o trauma social es una cosa
sabida. Cualquier cambio en nuestro paisaje cotidiano produce cierto rechazo de
mayor o menor intensidad. Porque lo que se origina es un impacto en el
imaginario colectivo dado que los espacios están asociados a vivencias, a
sensaciones, emociones y a la memoria. Cuando se altera ese mapa cognitivo de
la realidad que constituye la ciudad en sí misma o su entorno producto de una
antropización lenta y diacrónica, se contribuye en cierta manera a la pérdida
de la memoria.
Hay procesos de transformación
urbana que son acogidos con mejor fortuna por la necesidad de
acondicionamiento a nuevas necesidades
sociales, urbanísticas o culturales, pero siempre y cuando llevan destrás el
consenso de la comunidad receptora y protagonista de la vida ciudadada.
El problema es cuando se ponen en
marcha políticas del supuesto “embellecimiento” de la ciudad justificado con
tecnocráticas visiones del falso progreso, apelando a la puesta al día de
recursos sostenibles, rentabilidad energética, o cualquier otro argumento que
los agentes urbanizadores cincelan en la piedra de la opinión mediática. Un
proceso que en todo caso no está lo suficientemente contrastado con las
diferentes sensibilidades e intereses que confluyen en el modelo de ciudad que
queremos.
En Talavera estamos acostumbrados
a experimentar a menudo casos de este tipo, donde los diseños de arquitectos y
urbanistas no siempre son la mejor solución para los espacios urbanos, sobre
todo porque no traslucen el pulso vital de la ciudad, del barrio, de la zona
donde se ejecutan. Pero además, es más conflictivo cuando se hace en espacios
con una gran carga histórica y de memoria colectiva. La actual “reforma” de los
Jardines del Prado, declarado el único parque histórico de Castilla- La Mancha
como tal, es un asunto que despierta muchas ampollas en la opinión pública.
Podremos convenir que el Prado necesita de mejoras y aportes arbóreos para la
potenciar la masa forestal y de esa manera garantizar la conservación de un
área verde de primer nivel, junto con el patrimonio histórico y artístico que
acoge su recinto. Pero sospecho que en este proyecto se han vuelto a cometer
los mismos vicios o parecidos que antaño. Se prima el efectismo de diseño
desechando el sentido común; se vuelve a generar todo un macroproyecto con el
consiguiente gasto de dinero público, desestimando una acción más discreta,
menos costosa y sobre todo, más respetuoso con el patrimonio verde heredado.
Los fundamentos del análisis de las patologías de las especies que alberga el
Prado no deben justificar la masiva sustitución y eliminación. En la jardinería
tradicional se ha ido haciendo un programa de reforestación y nuevos plantíos
paulatinos sin pretender convertir la obra del Prado en una fiesta barroca de
trampantojos, luces y humos.
Como profesional del patrimonio
heredado no me parece que sea la más acertada forma de crear conciencia
ciudadana de respeto a nuestro legado. Las formas cuentan mucho en política, y
aquí se han perdido. En aras de conseguir golpes de efectos a base de grandes
obras públicas, que recuerdan a tiempos pasados y nefastos, desaprovechamos el
potencial del consenso con los vecinos, y agentes culturales, sociales y urbanizadores
y desestimamos las alternativas más ecológicas, económicas y más integradas en
la memoria identitaria de Talavera. Espero realmente que esta reflexión sea
motivo de error, y ojalá me equivoque, pero cuando acabe el ayuntamiento de
ejecutar tan “brillante” proyecto en nuestro parque centenario mucho me temo
que tendremos que lamentar de nuevo que los efluvios reformistas en pro del
progreso no siempre son acertados y, mucho menos, aceptados por la
colectividad. Veremos.
25 octubre 2022