lunes, 16 de abril de 2012

Yo soy un cristiano indignado con la Iglesia



Desgraciadamente, y con toda la legitimidad que la sociedad civil puede argumentar, hablar de cristianismo en la actualidad resulta tendencioso debido a la carga secular que la jerarquía y determinados sectores muy influyentes de la Iglesia Católica han consolidado a lo largo de las últimas décadas. Desde el pontificado de Juan Pablo II, el estilo conciliar de apertura y construcción de una iglesia más horizontal y participativa, más encarnada en los problemas del mundo, sin ser del mundo, que se había propugnado universalmente en el Concilio Vaticano II como propone el carpintero de Nazareth, se vio profundamente afectado, llegando a ser irreconocible en los momentos actuales, como bien han analizado muchos miembros de la comunidad cristiana y teólog@s acreditados.
En España además se arrastra todo un lastre de décadas de imposición dictatorial político-religiosa que bajo el título de nacionalcatolicismo impregnó las mentalidades, ideología y hasta el imaginario colectivo de los creyentes y miembros de la Iglesia Católica desde las altas estancias hasta las capas más populares. Un talante casposo, impositivo, antidemocrático, contrario en muchos puntos a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, etc. En una iglesia que se construía con discursos triunfalistas, apoyando a un régimen político dictatorial y genocida, cargada de símbolos ultramontanos y nada liberadores. El papel y la responsabilidad de los pastores españoles en ese empeño de querer mantener estilos y talantes preconciliares, ha sido y es muy grande, obsesiva y persistente.
Los que nos consideramos cristianos de base, miembros de comunidades cristianas que creen en el mensaje liberador de Jesús de Nazareth y su opción por los desfavorecidos, empobrecidos del sistema, de los perseguidos por causa de su conciencia en el ámbito civil y religioso, por  los que empeñan su vida y sus recursos en el bienestar de la gente, por los que creen todavía en la utopía, en la solidaridad y en que otro mundo es posible, etc. sentimos vergüenza, mucha vergüenza ante la actitud de muchos miembros de nuestra Iglesia, sacerdotes y obispos, que utilizan los púlpitos para propagar mensajes y discursos antievangélicos.
Como miembro de esta Iglesia de Base declaro y grito a los cuatro vientos: estos obispos no nos representan, ni su opinión es la de los cristianos. Por mucho que la jerarquía española, o incluso el mismo pontífice Benedicto XVI pueda suscribir, se empeñe en establecer un reiterativo y tendencioso combate contra la homosexualidad, el aborto, el divorcio, y los consabido temas con los que cansinamente nos bombardean. Ahí está la reciente y brillante actuación patética del obispo de Alcalá de Henares. Es para echarse a llorar.
Yo me siento un indignado de mi iglesia. Estoy indignado con mis pastores, con los sacerdotes y párrocos que no ven más allá que un pecado continuo contra el sexto mandamiento en esta sociedad; estoy indignado con una Iglesia que no sale valiente y resistente en defensa de los derechos de los cristianos trabajadores y trabajadoras, de los empobrecidos de esta crisis tejida en las esferas financieras con la venia de la clase política poderosa; me duele como cristiano no ver e nuestros obispos saliendo en los medios para gritar, como los antiguos profetas, denunciando las injusticas que los mercados producen en las masas de fieles y no fieles que no llegan a fin de mes, y de la masa de indigentes e inmigrantes que crecen en la pobreza. Me repugnan y remueve mis entrañas ver a "católicos dcentes y de toda la vida" asistir a la Eucaristía cada domingo, para que el lunes como buenos empresarios con la conciencia lavada, sigan explotando a sus trabajadores, y despidiéndolos alegremente. Me causa horror ver cómo se llenan las procesiones de mantillas y trajes de penitentes al son del himno nacional, mientras se mancilla el mensaje del Jesús resucitado y se condena al silencio y la expulsión a teólogos, colectivos, grupos y comunidades que creen y practican otro estilo de iglesia, negando la pluralidad y la fraternidad en el seno de la misma.
Sí mi condición de cristiano de base comprometido con la historia y los tiempos que me toca vivir me lleva a denunciar la actitud y el talante de esta Iglesia, porque yo como parte de la comunidad de creyentes en ¨Jesús y en el Evangelio del Amor no acepto que en mi nombre se manipule su mensaje.

César Pacheco
Pascua de Resurrección 2012.

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