jueves, 15 de marzo de 2012

EL SILENCIO DE LOS CORDEROS

Aquella película de Jonathan Demme que tanto marcó el cine de suspense y terror de los noventa, me viene a la memoria para definir los tiempos que corren. Un sinuoso y pulposo rumor de la sociedad se afirma y echa raíces en los momentos presentes; pero es un rumor quejumbroso de poco calado, casi un susurro...tímido e inocente, nada subversivo, nada interrogante...
Parece como si un silencio de plomo se hubiera derretido en las lenguas sufrientes de los proletarios, las clases medias y productivas de este país que soportan, y llevan con gran esfuerzo (ya que no con "trabajo") las cargas que los poderosos se han empeñado en poner sobre las espaldas del ciudadano. Hay un clima semejante a aquel que describía Beaudelaire en uno de sus poemas:
"Cuando como una losa pesa el cielo plomizo/ 
sobre el alma gimiente de un largo hastío presa/ 
y abrazando el círculo de todo el horizonte/ 
vierte un día más negro y triste que la noche...."

¿Qué le está sucediendo al españolito de a pie que mira la feria de vanidades en la que estamos metidos, como un títere, sin mostrar más indignación que aquella que unos cuantos avezados conciudadanos le sacan de su boca en tertulias recoletas y casi clandestinas?
Porque es verdad que se muestra el hartazgo y la impotencia, y el cabreo de los parados, de los trabajadores diezmados en sus derechos laborales, en los usuarios de servicios sociales en vías de extinción, en los funcionarios rebajados en sus sueldos, en los educadores y sanitarios atacados por despidos y recortes brutales...pero al final todo ello se hace en espacios privados...en el apagado velador de las reuniones sociales que no plantean problemas al sistema....y ese es el problema....que ese silencio, ese murmullo indignado, pero susurro al fin y al cabo, no rompe las barreras del poder, ni las convierte en pedazos...estamos tan metidos en la dinámica de la "inevitable crisis", que han ahogado nuestra capacidad para plantar cara en la calle, en las plazas, en cualquier lugar y espacio público, a los atropellos de la más siniestra cara del poder y el capital. 
Salgamos de nuestros escondrijos: violemos ese toque de queda que parece existir en nuestras conciencias, hagamos de nuestro futuro y el de nuestros hijos el mayor motivo para inundar las calles de esperanza...de lucha por la dignidad humana, por la dignidad de nuestra historia que se ha forjado con el sufrimiento de muchas víctimas en el camino por los derechos de todos y todas...no traicionemos la memoria de los que no teniendo imaginaron un día que nosotros sí podríamos disfrutar con los medios, bienes y servicios para la sanidad, la cultura, la educación y el desarrollo personal y colectivo.

Pero para eso hay que dejar de ser como esos corderos que iban en silencio al matadero....

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