lunes, 7 de mayo de 2012

Poesía del olvido: Talía y los estibadores

Cargando con costales de resentimiento se agolpaban los estibadores en el puerto... y con sombras cenicientas en su rostro, tragaban sapos del señor que les contrata.
Arruinan las perlas de la avenida que brillaron en tiempos pasados, cuando las caracolas habían tejido una sinfonía de móviles sordos.
Pero el tiempo ya no estaba allí, había huido por las rendijas de la indiferencia. Y escuchaban los sonidos de cargueros y buques que sonaban a desprecio y a viscosidad. Y una náusea se adueñaba de las bocas de los hombres curtidos al son del látigo del mercado.
El Sol de York calentaba lenguas abrasadas por la tragedia, mientras unos niños avivaban hogueras con abanicos de mariposas esqueléticas.
Pero la brisa del mar traía también voces de sirenas escuálidas que mostraban su rostro más funesto a marineros recios y varoniles.
Caía una lluvia torrencial formando una cortina espesa y opaca; y miré hacia el fondo y vi un escenario flanqueado por telones oscuros.... y allí un actor se recreaba con un personaje tan histriónico que su voz salía púrpura y dorada e inundaba las gradas de sonámbulos espectadores.
Y Talía sonreía desde el pedestal etéreo del Parnaso, donde las máscaras alientan creativas tragedias para los mortales.. y sus hermanas las musas se encontraban calladas....
Pero los estibadores seguían allí cargando sus costales al son de tambores fúnebres.

César Pacheco
Mayo 2012

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